miércoles, 29 de septiembre de 2010

Chinos (aparentemente) en huelga

Si no tuviera cuidado con las palabras, diría tan pancha que mi madrileño barrio ha sido colonizado por los chinos a lo largo de los últimos años. Pero nada más pensarlo un poco, rectifico, pues ellos no nos han impuesto su idioma ni sus costumbres - las cuales nos siguen resultando unas incógnitas - ni han sustituido las fiestas de la Virgen de la Paloma por la Confucio' Party o la Tao Te King Dance Parade.
Tampoco nos obligan a abastecernos en sus tiendas ni a vestirnos y a calzarnos con sus prendas y zapatos baratos.

Pero sí han ido comprando o arredando uno de tres bajos de promedio en las calles de la Latina/Mesón de Paredes/Puerta de Toledo. Allí donde hace menos de diez años unas señoras mayores ataviadas con blusas de tergal sobrevivían a duras penas vendiendo un par de cremalleras y un puñado de botones al día en sus mercerías que cualquier gafapastil actual tacharía de "mortalmente vintage" se hallan ahora unos "Super Euro" abiertos hasta las doce de la noche.

Y es precisamente a esa hora, hace ahora veintiún horas, que unos piquetes de huelga aparecieron en las puertas de los ultramarinos nocturnos del barrio para asegurarse de que iban a cerrar. Por lo que se contaba hoy en el barrio, los chinos tuvieron miedo a que les destrozaran la tienda y es la razón por la cual no han abierto hoy, como si respetasen la huelga a rajatabla, en un sorprendente acto de integración y de rebeldía.

Las calles presentaban por lo tanto un aspecto raro, pues las tiendas que no han levantado la cortina de hierro suelen estar abiertas incluso los domingos y los días festivos. Las puertas cerradas a cal y canto evocaban un extraño toque de queda diurno.

Al sacar una serie de fotos, me di cuenta de hasta qué punto nuestros silenciosos vecinos asiáticos han llegado a darle vida a un sinfín de céntricas calles de Madrid. Quizás por eso se hable de colonización.

Mientras preparaba el post vertiendo las fotos al ordenador, escuché en el telediario de la Cuatro que los almacenes del polígono de Cobo Calleja en Fuenlabrada - el Chinatown por excelencia de España - habían permanecido cerrados. El chino entrevistado afirmaba que el motivo había sido el miedo.

Temer a los habitantes del país en el que uno se ha afincado ¿no caracteriza a muchos inmigrantes? El "autóctono" mira de reojo al recién llegado, sospecha de él y le atribuye cualquier tipo de delito, mientras que el "forastero" experimenta cierto temor al no entender los códigos culturales del país al que le ha llevado un conjunto de circunstancias que unos llamarán destino. "Fate" dicen los anglosajones.

Será verdad que los chinos se están integrando más deprisa de lo que se suele - o quiere - decir...

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