
Efectivamente, unos ciegos serán contratados como guias de museo a través de cuyas salas conducirán a otros invidentes, empujándoles a utilizar sentidos como el tacto y el gusto.
¿El gusto? Esperemos que los museos en cuestión no expongan obras de Piero Manzoni, el artista que enlató sus exquisitos excrementos y los vendió a los directivos del arte contemporáneo...
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